Tienen que ser universales, fácilmente reconocibles por cualquier cultura o por cualquier persona y que desarrollen sus propios conflictos.
Para la construcción de personajes se recomienda la Teoría del diamante: cuatro vértices, cuatro características.
En la construcción de personajes para historias cortas, la Teoría del Diamante es de gran ayuda porque permite identificar de manera concreta al personaje y conocerlo bien a través de 4 perfiles.
Construir personajes a través de la teoría del diamante es un ejercicio de profundidad y conocimiento que se puede ir desarrollando, según se trabajen los arcos de transformación o no de los personajes a través de sus cuatro rasgos fundamentales.
Al construir los personajes hay que tener en cuenta primero el personaje principal para luego, construir los secundarios y evitar que cumplan los mismos roles. Si hay dos personajes con el mismo rol, hay un estancamiento narrativo que genera aburrimiento.
Cuando los episodios son auto conclusivos, los personajes no tienen memoria, no recuerdan lo que pasó anteriormente, no tienen un desarrollo, no tienen un eco dramático, no hay un arco de transformación para el personaje y esto es interesante porque se termina reconociendo a los personajes y sabiendo claramente cómo se comportan.
Un elemento semiótico que puede aprovecharse para el arco de transformación de los personajes es el sistema actancial, que son los roles por los que pasan los personajes para que haya un movimiento interno dentro del capítulo.
La semiótica de los roles actanciales dice que hay un destinador, un destinatario, un sujeto, un objeto de deseo, el ayudante y el oponente.
Mientras más cambios haya más dinámica dramática se tendrá porque los personajes van a pasar de un papel a otro, con lo que se logra un movimiento al interior del capítulo por muy pequeño que este sea.
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