- El tallerista debe ser una persona que domine con experticia el lenguaje o la técnica seleccionada, tanto como tener experiencia de formación con adultos y con niños. Además, debe ser una persona que se gane la confianza de los participantes y que oriente las dificultades a la búsqueda de soluciones prácticas y pacíficas.
- Tanto los niños como los adultos deben comprometerse con los roles asignados y con las reglas del juego. Si por ejemplo, se elige a un niño como cabeza de equipo, los adultos participantes deben legitimar su rol. Así mismo, es clave que los adultos participantes sigan en el proceso de principio a fin.
- Es recomendable no tener la expectativa de que de estos talleres de creación salgan proyectos sólidos para producir profesionalmente después. Esto le aumenta un innecesario nivel de estrés a la experiencia.
- Es clave que siempre haya un producto para mostrar, así sea una maqueta o un prototipo y que en lo posible, cuente con los créditos de quienes participaron en sus roles específicos. Eso le da una dimensión distinta a quienes participaron.
- Resulta interesante contar con un registro de la experiencia de construcción del producto, puede ser fotográfico o audiovisual. Esto enriquece los resultados.
- En lo posible, se pueden entregar copias o publicar en sitio disponible el producto del taller para que todos los participantes tengan ese recuerdo.
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