La fiscal le pide al juez que condene a María a 12 años de cárcel porque es un peligro para la sociedad. Concluye que María es una presunta narcotraficante que se hacía pasar por tía, prima o abuela de un preso para ingresar cada fin de semana estupefacientes a los diferentes pabellones de la prisión. Que las colegas llegaron confabuladas a mentir. Asegura que en ese gremio no hay colegas sino cómplices, que en vez de trayectoria tienen prontuario, que no tienen apodos sino alias y que el negocio de alquiler de chanclas es la fachada de una empresa criminal. El abogado pide su absolución, su libertad inmediata, dice que logró demostrar la inocencia de su defendida. Insiste en que ellas pertenecen a una sociedad anónima informal de alquiladoras de chanclas, que hay un mundo desconocido en las afueras de la cárcel. Las enaltece y las presenta como unas empresarias del calzado carcelario víctimas del abuso de sus clientes. El juez ordena un receso de varios días. En el próximo encuentro dictará su sentencia