En un parque dividido por un enorme muro que delimita la frontera entre México y Estados Unidos, una familia se reúne después de mucho tiempo de permanecer separados, sin embargo, no pueden abrazarse puesto que una cerca los divide. El padre de familia está del lado norteamericano, mientras que la mujer, los hijos y la madre se encuentran del lado mexicano. Sólo pueden tocarse a través de un pequeño hoyo de la cerca. Por ahí se dan las manos se besan, se pasan comida y hablan. Los niños ven al padre con extrañeza, pues él ha estado demasiado tiempo ausente. Así pasan las horas, mientras platican sentados en viejas sillas de playa y se observan fijamente a través de las rejas, hasta minutos antes de que caiga la noche, momento en que deben partir y regresar al lado del muro que les corresponde.