Narcisa ha vivido siempre en un entorno donde el machismo es imperante. En el resguardo Ticuna -donde nació y vive- los espacios de las decisiones siempre han estado a cargo de los hombres. Su opinión no contaba en casa, ni cuando le fue arreglado un matrimonio, ni cuando sufrió y evidenció en otras mujeres maltratos de distinta clase. Huyó por un tiempo y su regreso fue específicamente para organizar a su gente, para liderar y aportar, para ganarse el respeto en los espacios de política Ticuna. Desde entonces, ha venido formando mujeres promotoras de proyectos productivos, ha servido de ejemplo con su tesón frente a las oportunidades que ella misma se ha ido labrando y cambiado la concepción de su comunidad frente a lo que una mujer puede o no hacer.